sábado, 2 de mayo de 2015

Casa Maragato, Busdongo

Si no sabes si has ido o no alguna vez a Casa Maragato es que no has ido, porque el lugar es inolvidable. Inolvidables por si mismo, inolvidable por sus formas y por su contenido. Todo es peculiar en esta tienda con mesas, porque eso es lo que es Casa Maragato, un lugar en el que se venden vinos, quesos embutidos y conservas, pero que te la da la oportunidad de cosumir in situ lo comprado. La calidad de los productos propios es magnífica. Creo que he comido la mejor cecina y uno de los mejores chorizos que recuerdo. Es conveniente dar prioridad a consumir los productos locales, aunque también los demás son buenos, pero no tan especiales como los propios. El primer espectáculo es ver cortar la cecina a Tere. Ni los cortadores de Jamón, ni nada que yo haya visto antes. Impresionante. Se pide el producto, te lo cortan, te lo pesan y te lo sirven en papel de estraza a modo de plato. El pan riquísmo y el vino peleón del lugar, aunque yo no me perdería la limonada que ellos hacen y que en realidad es sangría. Todo en el local es un monumento a la tienda tradicional, Todo en Casa Maragato apunta a satisfacer al cliente, desde la charla de Juan y de Tere, al placer de degustar producto genuino, pasando por el ritual de adquisición y servicio. Hay que salirse de la autovía y subir Pajares, pero el esfuerzo se ve sobradamente compensado. Para disfrutar como un cura.

Una última recomendación. No se vaya de Busdongo sin probar sus Suspiros. Si no los tienen en Casa Maragato apenas veinte metros más arriba hay una pequeña panadería donde adquirirlos. Un placer.

Casa Maragato
Carretera de Asturias, 6
24690- Busdongo (León)
987598127

Nuestro Bar, Albacete capital

Si hay establecimientos por los que yo tenga debilidad sin duda Nuestro Bar estaría en lo más alto de la clasificación. Y lo estaría por varios motivos. Por su carta, por su calidad y porque es un homenaje permanente a Carmina Useros de quien me declaro devoto admirador y seguidor incondicional.
Este restaurante, bar, enclavado en la capital albaceteña, es un monumento a la cocina popular, tradicional, de toda la provincia, y su menú de degustación es una delicia de sabores y sorpresas que encima de no ser caro se paga con gusto. El servicio no solo es amable, sabe que es lo que te sirve y te aconseja correctamente ya que enfrentarse a la totalidad de platos que lo componen es una tarea practicamente imposible, por lo que en un alarde de interés poco extendido te ofrecen la posibilidad de fraccionar, seleccionar, en definitiva, de ajustar el menú a tus posibilidades gástrico digestivas. Es difícil que pase por Albacete y no me asome por Nuestro Bar, porque siempre que lo hago como como un auténtico príncipe de la iglesia. Para comer como un obispo
Cualquier ajo, principalmente el mataero, el atascaburras, los gazpachos manchegos, el lomo en orza, el queso frito, la tortilla en salsa, ..., un comer y no parar, un relamerse hasta la llaga.