viernes, 28 de agosto de 2015

La Bomba Bar, Madrid capital

La calle Costa Rica siempre ha sido rica en locales de restauración y terrazas. Se alternan, sin pisarse, bares, restaurantes y franquicias que reposan mesa y sillas en sus amplias aceras y que promueven una cita futura cada vez que pasas en coche y ves que prácticamente todas están llenas de gente disfrutando del momento. pero esa cita va habitualmente posponiéndose sin que encuentres el momento porque la ubicación es más propia de los vecinos del lugar que de las gentes de paso. Claro que esto siempre puede cambiar si encuentras ese sitio que te da algo que aprecies y que lo convierta en un lugar singular y deseable. Y eso es lo que a mi me ha sucedido el otro día, un día de esos en que las circunstancias te ponen en un lugar, a una hora, y con unas perspectivas que te obligan a buscar refugio y reparación allí donde te encuentras. Paseas un poco, observas el público, la carta, lo que hay en las mesas, el ambiente, sin llegarte a decidir hasta que de repente se te ilumina algo y decides. hay veces en que aún meses después te preguntas que se te ha iluminado, pero otras la satisfacción de la elección se suma a la del consumo. Y eso es lo que me sucedió con este bar. Vermut de grifo, Zarro, y un revuelto de judías verdes y setas, que suele prometer insulsez, al centro, como tapa, sabroso. Después un menú de salmorejo, rico y un rabo de toro, muy rico, y unas excepcionales, por cantidad, precio y calidad, tapas de callos y de caracoles. Los callos sabrosísimos y los caracoles, receta propia de la casa, de chuparse hasta los codos. El precio absolutamente ajustado nos dejó con las ganas y la determinación de repetir. Recomendado.

La Bomba Bar
Costa Rica, 20
28016 Madrid
91 350 68 61

domingo, 16 de agosto de 2015

Frigideiras do Cantinho, Braga (Portugal)

Visitar Braga es siempre un placer por su vida, sus calles comerciales y sus monumentos, pero, precisamente por eso y por su vocación turística, elegir un lugar en el que comer exige una cierta paciencia. Descartados de antemanos productos globalizados y franquicias, lo mejor es aprovechar el paseo por sus preciosas calles para husmear con disimulo que es lo que se come en cada terraza y leer con parsimonia la escasa información que sobre lo que se puede degustar figura en las pizarras que te encuentras en las aceras. Es una costumbre, la de exhibir las cartas en el exterior para que puedas leer tranquilamente la oferta de cocina y sus precios, que en Portugal se echa de menos. Bacalao, sin duda, prioritario, pero ¿con cual de las cientos de recetas que en este país se cocina?
En fin, que paseando, paseando llegamos a este local y comprobamos que el público mayoritario era local, popular y de una cierta edad, que en las mesas se servía principalmente bacalao al horno y bacalao dourada y que además en todas las mesas servían una especie de pasteles con guarnición en tanto particulares, las frigideiras que dan nombre al local.  ¿Que que es una frigideira? Un relleno de carne picada arropada por una masa de hojaldre finísimo que fabrican durante más de tres horas en el mismo local con una calidad y sabor que hacen del tabajo un éxito. El bacalao muy rico, las frigideiras un hallazgo y alguna otra cosa que tomamos, como una lengua guisada y una sopa de repollo, no desmerecieron. El precio, bien comidos, bien bebidos y excelentemente servidos, no llegó a 12 € por persona. Para mi muy recomendable.

Frigideiras do Cantinho
Largo Sant Joao de Souto, 1
4700-326 Braga
253263991
http://frigideirasdocantinho.pt/

sábado, 8 de agosto de 2015

D'Alvaro, Muxía

Hay ocasiones, circunstancias -es tarde y van a cerrar las cocinas, no tengo internet para consultar, todos ponen lo mismo, ...- en que a la hora de comer en vez de una selección haces una elección totalmente a ciegas, instintiva. Eso fue lo que nos pasó en este local de Muxía. Llegamos al pueblo tarde y pensando comer en un mercadillo con contenido gastronómico lo que en Galicia supone presencia de pulpeiras, empanadas, buen pan y algunas otras cosas con las que completar un almuerzo informal pero altamente satisfactorio. Llegamos tarde por la hora, las 15.30, pero temprano por el día, el mercadillo no abría hasta el día siguiente. Así que nos vimos en la tesitura de elegir con rapidez algún lugar en el que reponer las fuerzas gastadas en una caminata desde Fisterra al faro y vuelta.
Pues eso, elegimos sin ningún tipo de información previa y con la amenaza de quedarnos sin comer a causa de la hora. Nos dirigimos al puerto, que en en caso de pueblos marineros es lo lógico, y paseamos la vista con cierta aprensión turística por el entorno. Entre los varios lugares elegimos este porque su terraza era la más acogedora, sin más y, dado el día, sin intención de sentarnos en ella. La elección fue más que acertada
Pedimos un pulpo flambeado, especialidad de la casa y no sin antes haber visto pasar algunos con destino a otras mesas, unas almejas a la marinera y una carne a la piedra para dos. Aunque la elección de la carne pueda parecer paradójica en un pueblo marinero, conozco mi tierra y se que puedo hacerlo con un alto índice de acierto.
El pulpo abundante, bien cocido, es claramente una variación del pulpo a la gallega, no a feira, y está francamente sabroso, acompañado de unos cachelos ávidos del juguillo del pulpo que los empapa y de muy buena calidad y punto de cocción. Un plato redondo. Las almejas grandes, sustanciosas aún sin tener en cuenta la salsa, y cocinadas en una salsa sabrosa y densa, casi sólida. La carne del país, fileteada y servida, y esa fue una de las razones de pedirla, con un plato metálico instalado sobre una cocinita portatil de gas que garantiza la temperatura necesaria para su preparación sin altibajos ni cambios de utensilio, un hallazgo. Para finalizar unas cañitas, postre orensano que ha traspasado fronteras, con una masa que tenía, si lo buscabas, ese punto de sal que debe de tener y una crema rica para relleno.
No puedo juzgar por lo que no he comido, pero en las mesas de los alrededores, casi todo público nacional y casi diría que bastante local, se veía bastante fruicción comiendo unas abundantes y apetitosas, al menos de aspecto, masriscadas. La zona lo permite.
Resultado final, una gran e inesperada satisfacción completada a la hora de pagar la cuenta, con una botella de Terras Gauda y algún café, no llegaba a los 80 euros y habíamos comido tres personas sin ningún tipo de frugalidad. En mi opinión muy recomendable. 

D'Alvaro
C/ Marina, 22
Muxía
981 74 25 01