Hay ocasiones, circunstancias -es tarde y van a cerrar las cocinas, no tengo internet para consultar, todos ponen lo mismo, ...- en que a la hora de comer en vez de una selección haces una elección totalmente a ciegas, instintiva. Eso fue lo que nos pasó en este local de Muxía. Llegamos al pueblo tarde y pensando comer en un mercadillo con contenido gastronómico lo que en Galicia supone presencia de pulpeiras, empanadas, buen pan y algunas otras cosas con las que completar un almuerzo informal pero altamente satisfactorio. Llegamos tarde por la hora, las 15.30, pero temprano por el día, el mercadillo no abría hasta el día siguiente. Así que nos vimos en la tesitura de elegir con rapidez algún lugar en el que reponer las fuerzas gastadas en una caminata desde Fisterra al faro y vuelta.
Pues eso, elegimos sin ningún tipo de información previa y con la amenaza de quedarnos sin comer a causa de la hora. Nos dirigimos al puerto, que en en caso de pueblos marineros es lo lógico, y paseamos la vista con cierta aprensión turística por el entorno. Entre los varios lugares elegimos este porque su terraza era la más acogedora, sin más y, dado el día, sin intención de sentarnos en ella. La elección fue más que acertada
Pedimos un pulpo flambeado, especialidad de la casa y no sin antes haber visto pasar algunos con destino a otras mesas, unas almejas a la marinera y una carne a la piedra para dos. Aunque la elección de la carne pueda parecer paradójica en un pueblo marinero, conozco mi tierra y se que puedo hacerlo con un alto índice de acierto.
El pulpo abundante, bien cocido, es claramente una variación del pulpo a la gallega, no a feira, y está francamente sabroso, acompañado de unos cachelos ávidos del juguillo del pulpo que los empapa y de muy buena calidad y punto de cocción. Un plato redondo. Las almejas grandes, sustanciosas aún sin tener en cuenta la salsa, y cocinadas en una salsa sabrosa y densa, casi sólida. La carne del país, fileteada y servida, y esa fue una de las razones de pedirla, con un plato metálico instalado sobre una cocinita portatil de gas que garantiza la temperatura necesaria para su preparación sin altibajos ni cambios de utensilio, un hallazgo. Para finalizar unas cañitas, postre orensano que ha traspasado fronteras, con una masa que tenía, si lo buscabas, ese punto de sal que debe de tener y una crema rica para relleno.
No puedo juzgar por lo que no he comido, pero en las mesas de los alrededores, casi todo público nacional y casi diría que bastante local, se veía bastante fruicción comiendo unas abundantes y apetitosas, al menos de aspecto, masriscadas. La zona lo permite.
Resultado final, una gran e inesperada satisfacción completada a la hora de pagar la cuenta, con una botella de Terras Gauda y algún café, no llegaba a los 80 euros y habíamos comido tres personas sin ningún tipo de frugalidad. En mi opinión muy recomendable.
D'Alvaro
C/ Marina, 22
Muxía
981 74 25 01
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