Este comentario tiene subtítulo, el sabor de la franquicia. Y es que hasta el día de ayer, a pesar de mi oposición frontal a esta epidemia de la restauración, no me había dado cuenta hasta que punto las franquicias son todas iguales en cuanto a cocina y sabor se refieren.
Paseaba yo por los alrededores de la Plaza Mayor de Madrid con la repetida idea de tomar un par de tapas y volverme a casa comido sin contar con que el soleado, aunque gélido, día y las fechas festivas hacían de la zona el lugar de encuentro de la mitad de los habitantes del mundo, o más.
Imposible entrar en Casa Revuelta, con cola, en Casa Antonio, hasta los topes los bares donde se despachaban a ritmo frenético los bocadillos de calamares, que añoranza de los viejos y sabrosos bocadillos que ya no se encuentran, tanto que la gente se acomodaba en cualquier lugar de la calle para comer. Y era tanta la imposibilidad que decidimos probar algo diferente.
En nuestro discurrir habíamos pasado por un local que anunciaba sabores de Portugal, bacalao preparado de varias formas, arroz de pato y varias especialidades, pocas, de la cocina portuguesa más. Así que dada la imposibilidad de entrar en los locales que merecen la pena en la zona y dada nuestra amplia experiencia en la cocina portuguesa del norte decidimos probar la propuesta.
El servicio de gran amabilidad, pero ya hubo un detalle que nos puso sobre aviso. En la carta junto al bacalao a la portuguesa, que por su enunciado debía de ser a "A Narcisa", y a pesar de lo temprano de la hora y escasez de clientes, figuraba la palabra agotado. Solo se me ocurría una explicación, que luego se confirmó, los platos son precocinados y solo se calientan y se sirven.
Las bebidas son todas portuguesas, la cerveza, los zumos, los vinos y los licores, y todos los que visitamos Portugal con cierta asiduidad conocemos la "Super Bock", el "Sumol", los vinos, excelentes vinos, portugueses y su amplia variedad de licores.
Pedimos un buñuelo de bacalao, una empanadilla de cochinillo, una empanadilla de camarones y un bacalhao con pan de maíz, que parecía una variación sobre el bacalhao "a broa" que tanto me gusta. Los fritos eran casi pura masa y hacían añorar las empanadillas congeladas que ponen de aperitivo en los bares madrileños y el bacalao merece un capítulo aparte. El enunciado era un plato a capas de bacalao, espinacas y bechamel. La de bechamel era gruesa, la de bacalao suficiente aunque el bacalao era absolutamente insípido y la de espinacas... bueno tal vez hubiera espinacas y yo no las aprecié, ni las ví. A cambio había una capa de dados de patata que no me atrevo a decir que fuera congelada, pero lo pienso. El resultado final era un plato de bechamel con tropezones diversos que no aportaban nada al sabor.
Aunque esta crítica parezca descarnada no lo es. No sería diferente lo que dijera de cadenas nacionales que están en la mente de todos y que pueblan nuestros lugares habituales de picoteo. Y por eso, porque no sería diferente es por lo que al principio hablaba del sabor de la franquicia,
En todo caso y como para gustos hay colores yo recomendaría a todos los lectores de este comentario, y si nunca les han parecido mal las franquicias nacionales y extranjeras tan al uso, que hagan su propia prueba y saquen sus propias conclusiones. Yo por mi parte lo considero no recomendado y hago votos por una pronta visita a Portugal que me restituya sensaciones.
Nata Lisboa
Pastelaria Regional Portuguesa, S.L.
Imperial, 18
28012 Madrid
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