Hay veces en que hay que preguntarse si no estamos convirtiendo esto de comer en una tontería injustificable. hay momentos en los que hay que preguntarse si la cocina a valorar es ese espectáculo de técnicas y aparatos de película de ciencia ficción, o esa persona que que día tras día trabaja con ahínco en los fogones de un bar sacando con honradez y pericia adelante unos menús que sirven para alimentar el cuerpo, y a veces el espíritu.
Benidorm, dos de la tarde, nos dirijimos al casco viejo a ver si podemos comer algo, sin excesivas pretensiones. Dado que entramos por la playa de levante empezamos a buscar en esa zona. Nos llama la atención un bar en una esquina. Comidas caseras. Tres platos, bebida, pan y postre 12.50. Terracita en la calle, concurrido pero no lleno. Nos sentamos cuatro personas y empezamos a mirarnos con cierta prevención viendo la oferta. De primero a elegir entre ajo blanco, una ensalada con aguacate y ensaladilla rusa. Elegimos de todo para poder probar y nos llevamos la primera sorpresa. la abundancia. Los platos servidos no son la típica ración de menú si no platos de carta. El ajoblanco delicioso, fresco, en el punto de ajo y con el toque de amargor de la almendra bien seleccionada. La ensalada abundante, fresca y variada. tal vez la ensaladilla rusa flojeara un poco en cuanto a la cantidad, pero por comparación con los otros. De segundo: pulpitos en salsa, espaguetis boloñesa o melón con jamón. Los pulpitos abundantes, bien cocidos, esto es ni duros, ni blandos, y en una salsa francamente sabrosa, con su toquecito de picante. Yo hice barcos hasta que se me secó el mar. El melón superable y el jamón ibérico y bien cortado. A esta altura de la película y mientras esperábamos el tercero que cerraba plaza era un comentar y no parar sobre la grata experiencia que nos habíamos encontrado inopinadamente. Y faltaba, en expresión lugareña, la traca final. Dos habíamos pedido arroz con pescado y marisco y dos fritura de pescado. Había otras dos opciones de carne que descartamos, brocheta de cordero y no recuerdo que otra cosa. Esperábamos un plato de arroz de ración, de ese tan rico que se hace en muchos bares de España y que sirve como tapa o ración para acompañar a los aperitivos, pero no estábamos preparados para que nos sirvieran un arroz en paella recién hecho, lleno de raya y de almejas, sabroso y en su punto, con su "socarrat" y su grosor perfectos y abundante. La fritura, finalmente, no rebajaba la nota. Pescado fresco, tres cariocas, calamares y chopitos, Café para unos y postre para otros. faltaba la cuenta. Clavada, ni una duda.
Así que emocionado por lo inesperado de la experiencia y por un buen hacer incuestionable me permití visitar a la cocinera que era capaz de tanta satisfacción con una cocinita de juguete. Y ahí fue mi ultima sorpresa: la cocinera no era española, lo cual, a mi modo de ver, duplica sus méritos ya que ha sido capaz de asimilar con absoluta soltura y calidad una cocina que inicialmente le era extraña, y respetar sus usos y cualidades.
Un hallazgo para comer de menú. Ni por calidad, ni por cantidad, ni por precio me va a ser fácil encontrar un sitio semejante. Comí como un cura y para mi es un lugar muy, muy recomendado
La Casita
Marqués de Comillas, 37
03501 Benidorm
698219024
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