Pretender dominar la excelencia en el tapeo en una ciudad sin vivir en ella, o frecuentarla, es una osadía en la que no pretendo caer, pero a veces, por suerte y un cierto olfato, se da el acierto inopinado, a las primeras de cambio. Llegamos a Burgos sin ningún tipo de idea preconcebida, sin ningún tipo de estudio comparativo o acceso a páginas especializadas, a cuerpo gentil, que solía decirse, y preguntamos. Así que siguiendo las indicaciones que nos dieron accedimos a la zona lúdico gastronómica. y allí estaba este local, bastante lleno y con ese aire de hacer las cosas bien que supone la clientela mayoritariamente local y las mesas bien y diversamente surtidas. para empezar varias marcas de vermut, que a mí siempre me da sensación de interés por lo que el cliente quiere y me predispone favorablemente, después el trato cordial y directo del propietario, Alberto, que tuvimos la suerte de que nos atendiera y que como uno más se mueve entre las mesas, y luego su planteamiento sencillo y eficaz. No hay carta de pinchos porque con la cocina que tiene solo puede garantizar poder servir lo que tiene, a la vista y recitado. La barra bien surtida de pinchos y la calidad de todo lo que probamos, salvo la cazuela de bacalao, que no es que estuviera mala si no que se quedaba rezagada ante la calidad de una cecina magnífica, la excelencia de unas croquetas de cecina notables y los muy sabrosos pinchos que probamos, los saquitos y una tosta de ensaladilla alemana. Todo excelente y con la sorpresa final de un precio perfectamente ajustado. Es más, atractivo. para mí un local muy recomendable y en el que me comprometo a repetir cada vez que mis pasos, peregrinos o turísticos me lleven por Burgos.
Donde Alberto
Plaza de Alonso Martinez, 5
09003 Burgos
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